lunes, 23 de abril de 2012

Kiko

Bueno. Pues se nos ha marchado. Empiezan a cansarnos las despedidas, ya está bien. Sabemos juntarnos para otras cosas, no necesitamos esto, así que vamos a dejarlo ya. Al menos de momento. En cualquier caso: Kiko nos ha mandado a todos definitivamente "al carajo"... Era, sin duda, un tipo de una pieza, son doble fondo, de esos a los que puedes mirar a la cara y saber, al instante, que no esconde nada, sin doble fondo, sin matices, sin esquinas. Esa clase de tipos que inspiran confianza casi sin quererlo. Ahora nos tocará echarle de menos cuando nos juntemos. Aquí dejamos, en cualquier caso, un pequeño homenaje de los que tuvimos la suerte de cruzarnos en su camino, de los que pudimos disfrutas de ese gran tipo que fue (y seguirá siendo) Kiko, nuestro tío...


(Popi)
"Callada y silenciosa fue tu vida,
callada y silenciosa fue tu muerte…”

Abuelo “dixit” en su día sobre la abuela…

Tres cuartos de lo mismo se podría decir de nuestro Capitán. Era un tío de pocas palabras. Sus famosos “vete ar carajo” lo mismo le valían para que te abstuvieras de pagar esa/s ronda/s de cervezas, o como queja por agotar hasta el último día el plazo de vencimiento de un Recurso de Apelación a presentar en Alcalá de Guadaira un Viernes de Dolores…

He tenido la inmensa fortuna de tener que escucharlos en multitud de ocasiones, finalizados todos ellos con un “capuyo” o un “carajote”… la verdad es que nos gustaba a ambos darnos por saco a veces…

Recuerdo, por ejemplo, el lunes siguiente a que el Betis se proclamase campeón de Copa en el año 2005 (sin premio)… el mamón, que siempre solía llegar antes que yo al despacho (nunca entenderé qué necesidad tienen los Procuradores de madrugar tanto…), había comprado toda la prensa (deportiva y general, sevillana y nacional) del domingo y lunes posterior al partido. Hizo fotocopias a todas las portadas, y me “adornó” todo mi pequeño zulo donde trabajaba con todas las alabanzas al segundo equipo de esta ciudad, las fotografías de las celebraciones, las entrevistas a los jugadores… colgadas por todas las paredes, desparramadas por toda la mesa… y el “joputa”, frente a mi, rojo como un tomate de la risa contenida…
Ahora bien… el mamonaso bien que se tendría que “comer” mi venganza apenas dos años después (pensé yo)… fui un poquito más allá y, además de las fotos y portadas de periódicos por su zona del despacho, se me ocurrió colgarle bufandas y banderas del Sevilla a su alrededor… ¿Que qué hizo el mamón?... tirar dos bufandas por el balcón, y poner con rotulador verde encima del “FORZA BIRIS” de una de las banderas del centenario sevillista un “FORZA BETIS” así de grande… totá... que salí escaldaito... la verdad es que no se andaba con chiquitas el tío…

A nuestro Capitán le debo mucho. Lo primero y más importante, mi relación con mis dos primo-primos (sin desmerecer al resto, eh??!!! Pero mis primo-primos, son mis primo-primos...). Gran parte de la culpa de que “Los Tres Mosqueteros” seamos lo que somos, lo tiene el "Capi de Albareda". Si no hubiese convencido por fin a mi padre para que me hiciese hermano el Jueves Santo del 84 para que saliera de monaguillo con Fernan… Si no nos hubiese llamado a los tres una Cuaresma del 91 para entrar en el grupo de acólitos… si no nos hubiese metido el Valle "en las venas"… seguramente no tendría la suerte de contar para todo con estos dos niñatillos… no nos hubiésemos visto por la hermandad casi todos los fines de semana del año... y cada uno hubiéramos seguido por separado con nuestras respectivas pandillas y viéndonos quizás sólo cada 25 de Diciembre… Así que la suerte de poder contar con ellos se lo debo a nuestro Capitán… Gracias!!!!

Le debo también los tres puestos de trabajo que he ocupado hasta el día de hoy. Y siempre junto a un familiar… se nota lo que cuidaba y le importaba la familia… en el Censo con mi hermana, en mi primer despacho de abogados con mi primo-primo Javi, y en el actual, donde he tenido la suerte de “callar” al lado de dos titos y el otro primo-primo, y más tarde con Mari Pacita. Espero que pronto volvamos a estar los tres juntos... (guiño-guiño a Fernan...)

Echaré de menos sus visitas a la Cuesta del Rosario... como el cabrón cada vez que se iba se despedía con un "adios, capuyo", y me apagaba la luz del despacho... no me daba tiempo ni a tirarle el capushón del boli...

Echaré de menos sus correos "profesionales", que empezaban siempre con un "Kanuté de Cadi de los cohone... que no te entera..."... y terminaban con un "adio, capuyo"...

Echaré de menos las cervecitas del mediodía (... weno... alguna vez llegábamos a las copitas, pa qué negarlo...), en el "Albareda" y/o en la Alhucema, con Gonzalo, mi soçi (su amigo... su 5º hermano), y Fernan (que se solía ir un poquito antes, más responsable él...). No hacía falta que hablásemos mucho... ni por supuesto de cosas trascendentes... nos valía con contar algún chiste de Lopera y/o de Jiménez... con mandar a tomar por culo a Torrijos... con callar mientras nos zampábamos nuestro pollo empanao con papas fritas...

Todos le echaremos de menos para realizar algunas gestiones (mi padre ya le echó de menos ayer... jiejiejie...). Creo que la mayoría de nosotros, e incluso los sobrinos-nietos, hemos sido inscritos por él ante el Registro Civil, al igual que nuestros matrimonios.. y ahí estaba también él para tramitar el papeleo en el Tanatorio, ayudando al primo Fernan, cuando nos dejó su Jefe hace apenas 8 meses...

Me reía el otro día con primo Javi, cuando en el Tanatorio nos hicieron un test para tramitar el funeral y la sala de velatorio... había algunas preguntas que a buen seguro el Capitan respondería con un "lo que le salga de los cojones"... cómo la que nos preguntaron acerca de a qué hora nos apetecía que nos sirvieran el coffe...

A muchos de nosotros nos hizo hasta de chófer en las bodas... Memorable la parada en la gasolinera en la de mi hermana, camino de la Hacienda del convite, comprando litronas, y la novia bebiendo a la espera de que llegasen los autobuses...

Eso sí... A pesar de estar siempre ahí... a pesar de poder contar siempre con él...a él, como ya se ha dicho por más de uno, le gustaba poco el figurar... siempre en un discreto segundo plano... aún recuerdo, a sabiendas de ello, la brasa que le dí con la boda de Mari Pacita... que si si estaba ensayando en casa por el pasillo, para el momento de entrar en la Iglesia con su hija del brazo; que si estaba estudiando los saludos con la cabeza y la manita, así cómo lo hace el Rey; que si le cabía el chaqué (con lo que a él "le gustaba" un chaqué); que si se portaría en la mesa con sus consuegros... Así me tuvo durante 6 meses... y el siempre me repsondía a mis bromas con el ya meritado "qué capuyo ere!!!!"... y me tiraba el primer papel (reciclado), que encontraba a la verita de su mesa...

Todo eso, y mucho más que me callo por no cansaros ni extendeme en demasía, le hacían un tío especial y querido por todos...Te vamos a echar mucho de menos Capitan... vaya faena la que nos has hecho...

Te quiere mucho,

Er Kanuté de Cadi

P.D.: "La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente."
Francois Mauriac (1905-1970) Escritor francés.


(Edu)
Yo recuerdo la historia de cuando mi padre iba a negociar el dinero de la semana con abuelo, y le explicaba, mira, papa, es que fumar cuesta tal, y con lo que tu nos das, no nos llega. “Pues no fuméis”. Es que tomar una cerveza cuesta tanto. “Pues no bebáis”. Nada, no había manera, papá salía con las orejas gachas, el resto de hermanos esperando el resultado de las negociaciones arriba, en la primera o segunda planta, y mi padre miraba hacia arriba y decía “nada, no hay manera”. Todos los hermanos estaban asomados, ¿todos? Que va, uno iba por libre, uno que era capaz de llegar a abuelo y no exponerle ningún problema, simplemente, con esa voz característica y grave, esa que siempre te hacía dudar de si estaba enfadado o alegre, le decía “papá, dame cinco duros”. Y ahí que abuelo soltaba la pasta sin rechistar. Ese era Quico.

Me acuerdo de las leches que le daba Nachete en la barriga a Quico cada vez que lo veía. Si, esas yo creo que eran las únicas leches que le podían hacer algún tipo de daño a ese muro, a esa roca llamada Quico, porque las pegaba bien fuertes. Pero mantenía el tipo, le seguía el juego, hacía como que le iba a dar, y se dejaba dar otro ostión en la barriga. Me acuerdo de, en las reuniones familiares, verlo siempre en un sillón, o en el lado de la esquina de cualquier sofá, apoyado con un brazo en el reposabrazo, mirando a un lado y a otro, descojonándose de vez en cuando con esa risa contagiosa que siempre tuvo, que se ponía coloradísimo cada vez que reía. Me acuerdo verlo a gusto con su cervecita y su cigarrito en las grandes reuniones, y verlo más a gusto en las pequeñas, en las que se animaba más a hablar.

Me acuerdo del lote de hablar que se pegaba con Fernando en el despacho…jejeje que no hombre, que esto es coña, me descojonaba cuando mi hermano contaba que allí en el despacho no se oía una mosca. Me acuerdo como Quico hizo como suyo el problema de buscar a Popi un despacho, y que al final le hizo hueco en Albareda.

Me resulta curioso que los recuerdos más lejanos que se me vienen a la cabeza sobre Quico hayan sido precisamente con las tres personas que nos han dejado. Imagino, allá donde sea que haya lo que tenga que haber o no, una especie de cielo en forma de Teodosio (¿Teodosielo?), en el que allí, en el gabinete, tal y como estaba cuando éramos más pequeños, Abuelo ve la tele en su sillón, la Semana Santa están poniendo. A su izquierda, en el otro sillón, está Nachete dibujando en un papel, y a la derecha, en el sofá ese que había antiguo, está Fernando, fumando su cigarrito, viendo también la tele. En ese momento, escuchan un ruido, alguien ha abierto la puerta de abajo, sin llamar, parece que tiene sus propias llaves. Se quedan mirándose los tres, Nachete sorprendido, Abuelo y Fernando con cara de extrañeza. Escuchan los pasos, unos pasos pausados, subiendo las escaleras lentamente, sin prisa, hasta que notan que ha llegado al primer piso, y ese alguien toca la puerta de la entrada del gabinete, en la parte de los cristalitos. Nachete no da crédito, se pone contentísimo y nerviosísimo a la vez, “Quico!!” dice, y se levanta corriendo, y le da su particular ostión en la barriga. Fernando se levanta rápido (¡rápido!), tras apagar el cigarro rápidamente en el cenicero de la mesa, “¡hombre compañero!”, dice, y va hacia él a darle un abrazo. Abuelo se ha quedado quieto, las lágrimas caen en sus ojos. Quico, antes de ir hacia él, se mete la mano en el bolsillo y saca una moneda de cinco duros “toma papá, tus cinco duros”, con su voz grave, y le da un abrazo del oso que lo levanta del suelo. Los cuatro se funden en un abrazo.

Abuela no es que no esté allí, es que como no la conocí mucho la he situado en la cocina, ella sabe quién ha llegado, y le está haciendo una buena ensalada de canónigos con pistachos, tomate, queso fresco y orégano…que noooooooo hombre, que no, lo que le está haciendo es un peaso de filete con papas y huevos fritos, “se va a poner como el Quico”, piensa ella. Y se sientan a comer, allí en el gabinete, los que llevan allí más tiempo preguntándole al que ha llegado las nuevas de este mundo, preguntándoles por cada uno. En un momento dado, Quico mira hacia donde está Fernando, mira a esa pared, cubierta de fotos de sus sobrinos, y se centra en un sector, y ve quienes son, y ve que son sus grumetes, y se acuerda de con quién los tuvo, y, antes de empezar, les pregunta a sus acompañantes, más experimentados en estas lides, que cómo se hace para mandar fuerzas a la gente que se queda, que como se hace para decirles que aquí estoy bien acompañado, que aquí no tengo dolores, que respiro bien, y que no hay ningún bicho en mi interior. Sus acompañantes le dicen la forma, y, antes de dar buena cuenta del plato que tiene delante, se levanta, y empieza a enviar fuerzas, y más fuerzas, y más fuerzas, y más fuerzas, y empieza a gritar “allá va toda mi fuerza, ejército, ¿sentís mis fuerzas?, mis tres queridos grumetes, ¿las sentís?¡¡os la estoy enviando toda!! ¡¿Sientes mi fuerza, mi amada Patrona?! ¿¡sentís las fuerzas!?¿¡las sentís!?”.

Te habría seguido, mi hermano. Mi capitán. Mi rey (Boromir, La comunidad del Anillo, El Señor de los Anillos)
 
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