Aquí tenemos a Ines, que después de aguantar durante tantos años a un Parody y a sus tres vástagos, decide, de manera sorpresiva, dedicarse a hacer dulces. Aunque al principio costó hacerse a la idea, con el tiempo todos los que le querían, que eran muchos, asumimos su nuevo estado, y por otro lado: tener yemitas en Navidad a buen precio siempre se agradece.
Han pasado mucho años desde aquello, y aún se dice que, en las noches de luna llena, un tuno con su barba y su bandurría canta quejosamente durante horas.
En fin, son cosas que cuentan, cualquiera sabe...
miércoles, 3 de marzo de 2010
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